viernes, 5 de septiembre de 2008

Vivir en el campo

Vivir en el campo... días de sol radiante, despertar al amanecer cuando el gallo canta (aunque siga durmiendo), disfrutar de la brisa con olor a tierra húmeda de rocío, contemplar el cielo estrellado y ver luciérnagas prender y apagar jugando a esconder con el duende de nuestra alegría.

Acostarme sobre la hierba y vivir rodeada de animales, vegetación, flores salvajes y pájaros viajeros.
Creer que el tiempo está a mi entera disposición y perderse en las melodías encantadas por el paisaje.

La magia se encarna en el campo extendiendo a nuestros pies alfombra verde con colores florales y aroma a libertad.

Es reencontrarse con la madre naturaleza, vivir de forma más silvestre y menos artificial; recuperar viejas tradiciones, imaginar que las nubes danzan al compás de los latidos del corazón e inventar nuevas recetas nutritivas al alma.

Mientras tanta gente sobrevive inmersa en los ajetreos de la vida urbana contemporánea, el universo confabuló para que el campo nos resulte fascinante y hasta enigmático.

©YGC/AMORA

"Dios hizo el campo, y el hombre la ciudad"
William Cowper (1731-1800) Poeta Inglés

4 comentarios:

LA PERRUQUERIA DE VERONICA dijo...

Qué belleza!
una maravilla!

Sendieva dijo...

Que puedo decirte... me encanta vivir en el campo, y lo que me llama la atención es que la gente me decía que me cansaría, y todo lo contrario, ¡cada día me gusta más!!!, preciosas sensaciones escribistes, muy bien descrito mejor imposible, muchos besos.

Fheizhi dijo...

que hermoso lugar para vivir!!
sobre todo por la tranquilidad

Saziwe dijo...

Le llamaria a todo
Celebración con Gratitud.

Maravilloso talento descriptivo,
y excelentes fotos.

Nada tan renovador como la naturaleza!!!


Lo que nos dejó Katrina-Huracán 2005

Lo que nos dejó Katrina-Huracán 2005
Gipsy & Ivory
No tengo la intención de enfocarme en mencionar los daños que tuvimos por el paso de los huracanes del 2005. En el caso de Katrina, los vientos de madrugada parecían como si la naturaleza si hubiera ensañado contra nuestra región con todas sus fuerzas y los minutos parecían horas oscuras y eternas. Las hojas de las palmas volaron como proyectiles y se alojaron en nuestras ventanas de cristales permitiendo sentir dentro de la casa el viento mas fuerte.
Los nueve (9) perros que teníamos para aquel entonces estaban dentro de la casa, porque la puerta del garaje donde los habíamos refugiado amenazaba con volar en cualquier momento. Los caballos estaban sueltos para que sus instintos les guiaran al mejor costado de la casa para refugiarse.
Una vez llegó la traquilidad e hicimos un recorrido por nuestros alrededores, identificamos la caída de un pino de mas de 20 pies atravesando en el patio. Aunque aún llovía, me senté con mucha tristeza en la base del pino todavía en su lugar. En una de las ramas en el piso descubrí a "Ivory"-una paloma bebé, quien de inmediato se convirtió en un inquilino temporero. Tal parece que se cayó del nido y perdió contacto con su madre, estaba casi moribunda, sin plumaje y muy débil. La acogimos en nuestra casa, le dimos calor y comida de pajaritos-bebés...y tiempo después se convirtió en inseparable compañía de Gipsy. Una vez recuperó, con una marca en una de sus patas que le pusimos, voló libre a su destino. Diariamente nos sobrevuelan palomas de muchos tipos y tamaños... y no puedo evitar pensar, que alguna de ellas es Ivory que nos trae sus amigas a alegrar nuestro cielo.